martes, 4 de marzo de 2008

*Publicado un ataud para un cadáver.

Diario Independiente de Asturias - Opinión - Un ataúd para un cadáver‏ Jueves 20 de diciembre de 2007 ALBERTO FERNÁNDEZ GRAÍÑO El famoso axioma económico de donde no llega el mercado llegan los ejércitos, en nuestro país es a la inversa. Donde existe un mercado, Hacienda, la Fiscalía y la Policía pueden destruirlo, y después se crea una ley para enterrarlo. El día 9 de mayo de 2006, la Agencia Tributaria junto con la Fiscalía se lanza sobre dos entidades dedicadas a la inversión en el coleccionismo, Fórum y Afinsa. La finalidad de Hacienda era encontrar por lo que ella deducía, pero no sabía, una gran bolsa de fraude fiscal, por lo que presenta una querella aderezada de otros delitos. Se buscaba hundir el acorazado del crimen: el inmenso blanqueo de dinero, poco o nada importaba los intereses de los ahorradores. Dos años después, el blanqueo de dinero a raudales no aparece y la Hacienda Pública pasa a ser en la realidad, aunque no en los tribunales, de acusadora a acusada, denuncia falsa por un delito que no se ha hallado y cobro de impuestos sobre una actividad que ella considera ilícita, tanto a las empresas como a los inversores. El gran cinismo, la gran corrupción de Estado está servida, pero nadie informa, todo es silencio. Ahora, casi dos años después, se crea una ley para asegurar un mercado y una actividad que el propio Estado en vez de regularla y vigilarla la ha asesinado con gran descalabro para los inversores y sin importarle un comino. Es tal el cinismo y el descaro por el retraso de la regulación después de aquellos hechos que se ve muy a las claras que para el Gobierno, y quizá también para la oposición en su inoperancia, nada le interesa de este asunto. La ley, entre otras cosas, dice que en los contratos que se hagan se tiene que expresar por parte de la entidad que ofrece el servicio de inversión en bienes tangibles de coleccionismo que no se garantiza ningún valor en el mercado sobre estos bienes. O sea, imaginémonos que una empresa dedicada al servicio de inversión en estos bienes desea hacer una operación con un cliente a través de un cuadro de Velázquez. Bueno, pues en el contrato le tiene que expresar que respecto a ese bien no le garantiza ningún valor en el mercado. Indudablemente el supuesto es exagerado, pues ya sabemos que un Velázquez no es que no tenga ningún valor en el mercado, sino que está fuera del mercado por su alto valor artístico. Pero a lo que voy es a demostrar cómo una ley que pretende regular un mercado obliga a una de las partes a decirle a la otra que lo que compra prácticamente no tiene ningún valor. Evidentemente el resultado es obvio, y no precisa de gran imaginación. Sinceramente ni siquiera Groucho Marx haría una paradoja tan brillante en una de sus películas. Juzgue el lector si lo que este Estado legisla puede ser garantía de un futuro previsible, cierto y estable.

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